¿Habéis visto como el viento zarandea las hojas secas? las levanta del suelo, las deja caer, las rueda, las empuja, hasta que llegan a un rincón y allí se detienen.
Luego viene otra ráfaga de viento que las saca del rincón, las mueve, las golpea, las eleva y se repite el fenómeno una y otra vez, hasta que, sin saber cómo, desaparecen.
¿Y qué es la vida? la vida es el viento y yo me siento hoja seca, zarandeada de un lado a otro, una y otra vez.
Inicias una vida con sus vaivenes lógicos y cuando piensas que ha llegado la estabilidad, algo se quiebra, algo ocurre, o algo que debiera ocurrir no ocurre, y ¡zas! otra vez en manos del VIENTO/VIDA, que te zarandea, te desequilibra, te hace caer una y mil veces hasta que llegas al rincón, te acomodas y confías en que allí no te alcance.
¿Y que pasa? que la vida, como el viento, no se detiene, sigue zarandeándote, una, dos, tres o más veces. Y vas pasando por diferentes rincones, unos oscuros y húmedos, otros luminosos y alegres, otros anodinos, otros hermosos y acogedores… De unos quisieras huir a toda prisa y en otros quisieras habitar para siempre. Pero la vida es la que manda y marca el tiempo de la estancia.
La vida constantemente te golpea en la cara, unas veces con golpes duros y crueles, otras con golpes cariñosos y dulces y otros con una caricia que apenas te roza y se te escapa.
La rueda de la vida, como el viento, sigue imparable y de rincón en rincón vas diluyéndote en el aire, como las hojas secas, hasta que desapareces… y nuevas hojas secas ocupan tu lugar.
Pero, aún con esos vaivenes, ¡elegimos vivir!
El otoño es un andante melancólico y gracioso
que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno.
(George Sand)
Sabias palabras. Siempre me he sentido en manos del viento, pues por mucho que intentemos poner los pies en el suelo la vida no siempre nos lo permite. Gracias por tus lindas palabra en una mañana otoñal de domingo.
Mañana soleada pero fresca en este Burgos mesetario.
La vida es como el viento, por muchas piedras que nos metamos en el bolsillo para que no nos lleve, siempre habrá alguna ráfaga más fuerte que nosotros y nos arrastrará…
Un abrazo, Lourdes.
Gracias por tus hermosas palabras. Hasta muy pronto. Lourdes
Un café apetitoso a estas horas. Bona sera. María.
he visto las hojas bailar al compás del viento,
he visto la lluvia llorar en los arboles viejos,
he oído a la tierra murmurar su canción de cuna,
pero aunque mucho he visto jamás he visto al viento que me arranco de la cuna…
hermoso, gracias de corazón.
¡Qué bonitos versos, Carlos!
El viento de la vida que nos mueve
no se ve, pero se siente cada día,
sobre rodo cuando viene a ráfagas
y nos empuja sin piedad.
Gracias a ti, por leerme.
Un abrazo.
Quiero que sepas que aunque no deje comentario… este texto tiene la misma perspectiva que el ep que voy a sacar. Se titula Paradojas y el viento, las hojas y el molinillo moviéndose.
Nos seguimos de cerca de nuevo gracias =O)
Las casualidades de la vida, Mario, espero que sea una señal de buena suerte y éxito para ti.
Un abrazo.
Excelentes metáforas de la vida y el viento.
Un abrazo Estrella
Gracias, María. La naturaleza nos da muchas lecciones de vida.
Y a pesar del duro invierno, cada primavera resurge… es así como debemos hacer nosotros cuando nos sentimos vencidos: resurgir.
Un abrazo.
La vida es el viento,
y es ese bosque que penetramos cada día y cada noche,
y ese sendero arenoso por el que transitamos,
la nube que de blanca pasa luego a negra
y esa lluvia de otoño que en la tarde nos empapa…
Esa vida… somos nosotros: el árbol,
el paisaje,
las flores mojadas,..
Un abrazo.
La vida es esperanza,
cuando ésta falla, falla la vida,
y la esperanza se parece también
a esas hojas secas,
es zarandeada con fuerza por lo que nos pasa,
es arrancada, elevada a las alturas
y luego dejada caer en caída libre.
a veces, en esa caída,
sale seriamente lesionada,
exactamente igual que la vida…
Un beso, Justi.
Somos sólo hojas, somos motas de polvo, suspiros de algún Dios, o pensamientos nuestros que creemos perdidos, pero de ninguna forma somos solo hojas que vuelan al viento.
En determinados momentos, Carlos, me he sentido tan indiferente a todos que la mejor metáfora es el de las hojas al viento… como una barca sin amarre a ningún puerto.
Un beso.