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ARCO IRIS

arco iris 028-1

Se acerca la tormenta.

El cielo se torna gris,

ulula el viento,

los gorriones callan,

mi perra olfatea

y se esconde.

Llega la lluvia,

tras la ventana

observo un charco,

las gotas bailan

lo que parece un tango,

sonrío y mis pies

danzan en el parqué…

Ya cesa la lluvia,

el sol se despierta,

tiñe las nubes

de bellas colores.

Se va la tormenta.

Como un amigo fiel

el arco iris despierta.

(Estrella)

 

 

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mde

ABRAZANDO LA NADA

 

En esta noche insomne

que me sume en la sombra,

retornan  los recuerdos

invadiendo mi cama.

.

Escuchando el sonido

del viento en la ventana,

solo sueño tu aliento

rozando mi garganta.

.

La humedad del llanto

resbala por la almohada

mientras tiendo mis brazos

abrazando la nada.

.

La nada, cada noche,

se adueña de mi cama…

(Estrella)

 

Publico de nuevo este poema para que podáis escucharlo en la dulce voz de Yvonne Torregrosa, para hacerlo solo hay que pinchar en el título del poema.

Visitad su blog Poetas en la noche donde podréis leer y escuchar sus excelentes poemas.

.

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¡A VOLAR!

pineda 056

Después de leer un original poema de Lucio, recordé este relato que escribí el pasado invierno para el Taller de Escritura FlemingLAB. Una manera un poco informal y desenfadada de tratar el tema de la muerte, trance por el que hemos de pasar todos, lo mismo los Borbones que los que acuden a los comedores sociales…

Espero que esta irreverencia no moleste a nadie. Un poco de humor nunca viene mal.

___________________________________________________________________________________________

 

¡A VOLAR!

Desperté envuelta en una nube densa que me hizo toser. Pensé, ya me dejé el fuego Eencendido, algo habitual en los últimos tiempos en los que parecía estar como ausente. Abrí la puerta y la escalera estaba clara. Además no olía a humo, no, no era humo, parecía polvo.

-Sara…

-¿Otra vez tú? ¿no me vas a dejar dormir tranquila? Llevas unos días muy pesado.

-Tienes que liberarme, ya llevo un año encerrado en el armario. No es justo lo que estás haciendo conmigo.

-Está bien, recógete y hablamos.

Inmediatamente la nube desapareció en el armario y la habitación volvió a su estado normal. Me senté en la cama dispuesta a acabar con la situación de una vez por todas. Empecé a hablar:

-Cuando ibas al casino con los amigos y no te acordabas de volver a casa, ¿dónde estaba yo? encerrada en casa.

-Éramos todos hombres, no ibas a estar cómoda.

-Ya, y aquellos tardes y noches que te pasabas de chiquiteo con los colegas, ¿dónde estaba yo? seguía en casa.

-Te ibas a aburrir, hablábamos solo de trabajo, entiéndelo.

-¿Sigo? Cuando decías que tenías un viaje de trabajo,  ¡sí, de trabajo! pero si eras el último mono de la empresa…  Desaparecías durante dos o tres días quién sabe con quién ¿me llevabas? no, tenía que cuidar a los niños.

-¿Y es mentira? alguien tenía que quedarse con ellos.

-Sí, sobre todo porque los tríos nunca me han gustado.

-Ahora te estás vengando teniéndome encerrado aquí.

-¿Qué me dices de las tardes de fútbol? Si ganaba tu equipo había que celebrarlo y si perdía… tenías  que ahogar las penas y mientras tanto ¿qué hacía yo? esperar como una idiota.

-Pero Sara, aunque tengas razón ya no podemos volver atrás. Si pudiera, lo haría. Sé que no me porté muy bien contigo.

-Las salidas con la bici, las concentraciones de motos, las cenas con los amigos, las partidas de mus… ¿quieres que siga? Si hasta el día del bautizo de tu hijo habías quedado a cenar con la pandilla. ¡Por favor!  y ahora quieres que te libere.

-Tú verás, como no me saques de este armario no vas a poder dormir tranquila ni una sola noche de tu vida, elige- me dijo con todo desparpajo.

Preferí callar, una conversación con unas cenizas no son el mejor remedio para el insomnio. Quizá después de unas horas de sueño pudiera pensar con más claridad y tomar una decisión.

Cuando Jesús se mató en un accidente de coche el año anterior, en uno de sus “viajes de negocios”,  dije -ahora vas a estar en casa todo el tiempo que no estuviste  antes-. Una vez incinerado su cuerpo, las cenizas fueron a parar a la urna más barata que había, aunque se merecía que las hubiera metido en una bolsa de basura y tirarla al camión, a mezclarse con todos los desperdicios. Esa sí que hubiera sido una buena jugada  con lo escrupuloso que era. Pero no, me le traje a casa y le subí a la parte más alta del armario de mi habitación. Ya pensaría lo que hacía con él.

Había pasado unos meses muy tranquila aunque, he de reconocer, le echaba de menos. En el fondo le quería, si no fuera así no hubiera aguantado tanto. Cuando iba a salir, mientras sacaba la ropa del armario, le miraba y decía, ahora me toca a mí y tú ¡ahí te quedas! Reconozco que era una venganza muy infantil, pero me reconfortaba hacerlo, era como si eso me resarciera de todas sus humillaciones.

Pero las cosas habían cambiado, hacía días que Jesús había empezado a manifestarse por las noches, me despertaba a cualquier hora, susurraba mi nombre, unas veces se reía, otras lloraba. Me negaba a aceptar que fuera real, nunca creí en fantasmas pero ante mí estaba la evidencia, Jesús me hablaba desde su encierro. Incluso había aprendido a abrir la urna invadiendo la habitación como esta noche. No tenía miedo pero empezaba a estar harta.

Era el momento de hacer algo. Desperté temprano, hacía un día primaveral precioso, cielo azul salpicado de nubes blancas. Había un sitio que le gustaba especialmente, así que cogí la urna, la metí en el coche y me encaminé hacia ese lugar, en lo alto de una montaña. El camino estaba bastante intransitable después de un crudo invierno, avancé despacio mientras recordaba aquellos primeros tiempos en que subíamos hasta aquí.

Paré al lado del pequeño refugio de montaña, que hacía años no se usaba. Me senté en una gran piedra y contemplé el valle. La vista era espectacular, bosques de encinas, robles y pinos, un pueblecito al fondo con una pequeña iglesia románica de piedra rosada, Pineda de la Sierra, la cola de un gran pantano y un sinuoso río con agua helada y cristalina. No había nadie, se respiraba una paz infinita solo rota por el canto de los pájaros que volaban de árbol en árbol y el rumor de una pequeña fuente que había al lado. Sabía que le gustaría el lugar.

Se levantó un ligero viento. Mejor, así las cenizas volarían más alto…

-Jesús, llegó el momento. No quiero volver a saber de ti y si tienes la ocurrencia de encarnarte en algo o alguien, por favor, hazlo a miles de kilómetros de mí.

-¿Te acuerdas? veníamos aquí con la tortilla, nos tumbábamos en la hierba y nos besábamos. Hubo un día que los besos nos fueron incendiando por dentro, hasta que terminamos haciendo el amor, casi nos descubre el pastor… las ovejas se adelantaron y nos avisaron. Fueron buenos tiempos aquéllos.

-Lo estropeaste todo. Me relegaste al último puesto de tu vida, mataste mi amor lentamente y ahora, ni siquiera de muerto, me dejas en paz.

-Estás siendo muy dura conmigo, Sara.

-No creo, al contrario, creo que siempre fui muy blanda contigo, de otro modo, las cosas quizá hubieran sido diferentes. Ahora ya no hay vuelta atrás, cuando nos casamos, nos dijeron “hasta que la muerte os separe” así que deja de darme la lata y… ¡A VOLAR!

Abrí la urna y aprovechándome del oportuno viento, giré para coger impulso y lancé las cenizas lo más alto que pude, con la intención de que se esparcieran por el valle y no pudieran volver a reunirse, conociendo a Jesús, no la tenía todas conmigo.

Me monté en el coche, puse la radio a todo volumen y canté a voz en grito, me sentí liberada. Jesús estaría feliz volando entre las nubes, era su estado natural, libre, sin ataduras. Yo también me sentí así, borrón y cuenta nueva,  a vivir de nuevo.

Cuando volví a mi calle paré delante del contenedor amarillo, saqué la urna y la tiré. No creo que  quedasen restos de ceniza, a Jesús no le hubiera gustado acabar en una trituradora de metal. Me sentí contenta, me había liberado del rencor e hice lo que pensé que le hubiera gustado, volar libre en la montaña.

(Estrella)

 

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dig

Hoy no soy nada,

tan solo una ráfaga de viento

en medio de la tempestad.

Un verso sin rima

en un poema a medio escribir.

Soy la oscuridad, el miedo,

el deseo latente de morir.

Hoy no estoy,

me llevaste contigo aquel día

sin apercibirte de ello,

me arrebataste mi ser…

Quizá un mañana, al despertar,

vuelva a ser yo.

(Estrella)

.

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Niebla[1] Foto de mi amiga Belén

.

Lo vio,

apenas un punto entre la niebla,

pero ella fijó sus ojos en él.

Con dificultad, abriéndose paso entre la bruma,

fue acercándose.

Sintió como sus zapatos quedaban enterrados en la tierra

y siguió avanzando descalza.

.

Miró hacia atrás,

la niebla parecía aún más espesa,

solo ella y aquel punto en el horizonte…

Su silueta empezó a dibujarse,

lo vio solitario y altivo,

sus ramas enroscándose y ascendiendo al cielo,

solo entre la niebla.

.

Corrió hasta que llegó a él,

lo abarcó con sus brazos, buscando calor,

miró hacia lo alto y, de pronto, algo le mojó la cara,

vio sus ramas cuajadas de gotas de agua,

¿eran lágrimas?

sintió dolor.

Se acurrucó apoyada en él, cansada,

cerró los ojos y soñó,

a su sueño le salieron hermosas alas

y un pájaro anidó en un hueco del tronco…

.

Al alba,

sonó una melodía que despertó al árbol,

y las dulces caricias de un vuelo entre las ramas

bebieron las gotas de niebla

y las convirtieron en vigorosos brotes verdes.

El pájaro cantó y el árbol sonrió.

.

Y a los pies de su tronco,

quedaba solo un pañuelo movido por el viento…

(Estrella)

 

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2-de-noviembre-2009-045

¿Habéis visto como el viento zarandea las hojas secas? las levanta del suelo, las deja caer, las rueda, las empuja, hasta que llegan a un rincón y allí se detienen.

Luego viene otra ráfaga de viento que las saca del rincón, las mueve, las golpea, las eleva y se repite el fenómeno una y otra vez, hasta que, sin saber cómo, desaparecen.

¿Y qué es la vida?  la vida es el viento y yo me siento hoja seca, zarandeada de un lado a otro, una y otra vez.

Inicias una vida con sus vaivenes lógicos y cuando piensas que ha llegado la estabilidad, algo se quiebra, algo ocurre, o algo que debiera ocurrir no ocurre, y ¡zas! otra vez en manos del VIENTO/VIDA, que te zarandea, te desequilibra, te hace caer una y mil veces  hasta que llegas al rincón,  te acomodas y confías en  que allí no te alcance.

¿Y que pasa? que la vida, como el viento, no se detiene, sigue zarandeándote, una, dos, tres o más veces. Y vas pasando por diferentes rincones, unos oscuros y húmedos, otros luminosos y alegres, otros anodinos, otros hermosos y acogedores… De unos quisieras huir a toda prisa y en otros quisieras habitar para siempre. Pero la vida es la que manda y marca el tiempo de la estancia.

La vida constantemente te golpea en la cara, unas veces con golpes duros y crueles, otras con golpes cariñosos y dulces y otros con una caricia que apenas te roza y se te escapa.

La rueda de la vida, como el viento, sigue imparable y de rincón en rincón vas diluyéndote en el aire, como las hojas secas, hasta que desapareces… y nuevas hojas secas ocupan tu lugar.

Pero, aún con esos vaivenes, ¡elegimos vivir!

 

El otoño es un andante melancólico y gracioso

que prepara admirablemente el solemne adagio del invierno.

(George Sand)

 

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chopos

el camino flanqueado por los chopos

“Mamá ¿dónde vamos a dormir esta noche?” se oyó una voz ante los restos de lo que había sido su hogar…

Esta mañana, cuando he abierto la ventana y he mirado al frente, he sentido el vacío de la ausencia. La hilera de frailes que me acompañaba día tras día ha desaparecido. Hace un tiempo les dediqué unas letras, muchos lo habréis leído, otros no. Para unos y para otros y para meteros de nuevo en la historia, pinchad aquí.

La cortina de chopos antes de la tala

El pasado martes, cuando llegué a casa el sonido de una motosierra me trajo mal augurio. Me costaba pensar que esos chopos, mi primer contacto visual todas las mañanas, fueran a caer bajo los dientes asesinos de la sierra. Pensé… “estarán cortando alguno de ellos, azotado por alguna plaga”. A media tarde ya se veía un hueco desnudo en la hilera. Lo miré con tristeza, parece mentira el apego que se puede coger al escenario que forma parte de nuestra vida cotidiana.

En mi paseo vespertino con las perras, empezaba a apreciar el cambio, aunque lo peor estaba por llegar. Al día siguiente el hueco desnudo se había ensanchado. Unos cuantos chopos más habían caído bajo la motosierra. Los pájaros revoloteaban entre los restos buscando sus nidos. Ya sólo quedaban unos pocos árboles a ambas orillas del camino. Los miré con pena, ahora ya sabía que les quedaban pocas horas de vida.

Ha empezado la tala

Ha empezado la tala

Y así era, el jueves la hilera de frailes había desaparecido. Y ahora, el paisaje ya no es el mismo, aún queda algún pájaro despistado, pero terminará yéndose. El trino alegre que escuchaba dejará de oírse, ya no vendrán las bandadas emigrantes a descansar antes de seguir camino, ya no se escuchará el ulular del viento en el frío otoño, ni se alfombrará el suelo del amarillo de las hojas caídas…

Dicen, “los chopos no están protegidos” y puede que así sea, son árboles humildes, pero dan sombra, dan cobijo, adornan el paisaje… y hasta un poeta tan grande como Antonio Machado, les nombra en muchos de sus poemas:

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía,
sol del día !
¡Hermosa tierra de España ! (A. Machado)

 

 

 

 

El camino desnudo...

El camino desnudo…

Estoy hablando de árboles humildes y de pájaros. Y mientras veía a éstos últimos revolotear desconcertados buscando su casa, no podía dejar de pensar en todos esos niños que han tenido que salir de sus casas por esta maldita crisis. ¡No importa –deben pensar los políticos y los banqueros- no importa, son gente humilde! Humildes como los chopos, a los que no hay que proteger. ¿A quién importa esa gente? eso deben pensar…

Ellos tienen sus casas, sus sueldazos, sus dietas, sus sobres. Si un niño tiene que salir de su hogar, con su osito de trapo y mientras deja su casa, volver la vista y decir a su madre: “mamá, esta noche dónde vamos a dormir?, no importa, es gente humilde como esa hilera de frailes

Y yo me pregunto, ¿por qué no desahuciar el Parlamento, la Moncloa, la Zarzuela? ¿Por qué no desahuciar ese bar subvencionado del Congreso, esos coches oficiales, esos viajes, esos asesores que no asesoran nada, pero que se forran? ¿Por qué no desahuciar a tantos directivos bancarios, especie protegida por este Gobierno? “No comparemos (piensan ellos) no pretendáis competir la gente humilde con nosotros”. Ya… como los chopos no pueden competir con los cedros.

PUES YA ES HORA DE CAMBIAR

Pero sé que cuando mire ese espacio vacío, pensaré que la vida está hecha de ausencias, es algo inevitable…

» Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas». (A. Machado)

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LLUEVE…

lluvia mar

LLUEVE

.

El viento y la lluvia cantan hoy

una triste melodía que pareciera escrita

en el pentagrama de los cables de la luz.

Uuuuu…, escucho el viento

y dejo que la lluvia resbale por mi cara.

La lluvia produce en mí un efecto contradictorio,

todo depende de mi estado de ánimo.

Si estoy triste, me entristece aún más,

hace que la soledad se adueñe de mí.

Los problemas se me hacen insuperables,

se anegan mis ojos,

unas veces de impotencia,  otras de dolor,

y las ausencias se hacen más duras,

todo se me hace cuesta arriba.

.

helecho

Si estoy contenta, la lluvia me gusta…

El sonido monótono de las gotas de agua en la ventana,

me relaja,

me sumerge en un estado onírico e irreal.

Mis pensamientos se convierten en sueños,

desaparece todo lo cotidiano por unos instantes,

y me sumo en un mundo soñado.

La imaginación vuela

creando mundos, fantasías,

lo irreal se vuelve real,

lo imposible se hace posible…

.

Y HOY LLUEVE…

.

arco iris

Y he tenido

mi momento triste,

cuando toda esperanza queda en el olvido,

cuando desearía acabar de una vez,

y he tenido mi momento alegre,

al contemplar unos grandes ojos negros

y una nariz pegada a la ventana,

con la curiosidad con que sólo los niños saben mirar,

eso me ha hecho reir

 y me he dicho, serénate…

.

Y ahora, cuando sigue el sonido tintineante

en el cristal,

¡paradojas de la vida!

me siento triste y alegre a la vez,

triste por las cosas que quisiera tener,

y no tengo,

alegre por esas otras que tengo,

y que igual no merezco tener…

.

Y mientras, tras la ventana,

… SIGUE LLOVIENDO.

(Estrella)

 

 

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