Caminaba por el sendero de piedras. Amante de las rosas, entusiasta observador de su paso por la vida, fijó la vista en una rosa blanca que, sobre todas, resplandecía bajo la luz del sol. Mientras la admiraba escuchó algo a su espalda.
Se volvió y ante él encontró una bella mujer que le miraba con curiosidad, él le dijo:
– no te oí llegar.
– no llegué, llevo días aquí, oculta tras la rosaleda.
– ¡ah, una rosa entre las rosas! Y ¿cómo es que no te he visto antes?
– quizá hasta hoy no has sentido la necesidad de verme. Pero yo sí te he visto, te he visto pasear ensimismado, unos días triste, otros alegre. A veces los ojos te brillaban de ilusión y otros tenían el brillo húmedo de las lágrimas. Te he oído tararear una canción en las luminosas mañanas de mayo y pasear apresurado en los fríos días del invierno.
– ¿quién eres tú? – le dijo el caminante – ¿desde dónde me observabas?
– ¿qué quien soy yo? no tengo nombre, llámame como quieras y seré quién quieras tú que sea. (más…)