
¿Tiene color el fracaso?
¿tiene olor, tiene sabor?
Se miró al espejo una vez más,
pero al contrario de otras mañanas, miró atentamente,
fue analizando una por una cada arruga de su cara, cada mancha,
todas y cada una,
esculpidas por el paso de los años y los fracasos…
Volvió a su infancia solitaria,
a su juventud perdida prematuramente para ser madre y esposa,
a su madurez oculta tras una dura coraza de aparente indiferencia,
volvió al presente y se supo vulnerable y sola,
sin vida propia, sin ilusión, sin un propósito, sin emoción.
Miró atentamente y apenas reconoció la imagen que le devolvía el espejo,
¿qué has hecho mal? le dijo a esa imagen,
¿cuándo empezaste a acumular fracasos?
Las imágenes fueron pasando como una película ante sus ojos,
reconoció errores, omisiones, pero también aciertos.
Y de pronto lo supo, había algo a lo que nunca dio importancia,
nunca aprendió a decir no,
se olvidó de vivir para ella, había vivido la vida de los demás,
y en esa vida, ahora ya no tenía cabida,
¿tiene color el fracaso? se preguntó,
sí, quizá sí,
quizá el color oscuro de una tarde de tormenta…
(Estrella)
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