
Os voy a contar una historia que comenzó hace siete años y que ha terminado hoy con la palabra FIN.
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Era Junio del año 2009…
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Me llamo Mora,
y nací el viernes pasado, aunque tenga dos o tres años.
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No quería entrar, me resistía,
pero no me sirvió de nada.
Había gente, perros, gatos,
y unas señoritas vestidas de blanco.
Yo me eché en el suelo, tenía miedo.
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Mi amo sacó la cartera,
habló en el idioma de los humanos,
pagó unos billetes y se fue,
ni siquiera me miró.
Yo me quedé acurrucada,
no sabía cuando iba a llegar el próximo golpe,
o quizá no llegase,
no sabía que pensar…
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Y allí estaban ellas, madre e hija,
de preciosos ojos, ambas,
¿qué la vais a hacer? preguntaron,
no oí lo que decían, hablaban en voz baja
y me miraban,
yo bajé la cabeza, atemorizada
¿qué va a ser de mí? Pensé,
como piensan los perros…
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Me pincharon, me dieron unas medicinas,
y ellas me acariciaron y me hablaron,
me dieron ganas de llorar,
nunca nadie me había hablado así,
y me llevaron en un coche que no conocía,
con dos perritos que reían contentos
Me dieron envidia… son felices, pensé.
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Paramos y me bajaron,
me presentaron a otro perro, era Duque.
se parecía a mí, y también parecía feliz,
había tres caballos
y varios gatos, todos parecían contentos.
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Y la mujer guapa, de preciosos ojos azules me dijo:
Esta es tu casa, nosotros tu familia,
no habrá golpes, sí comida…
y todos los días iremos todos de paseo,
tendrás caricias y abrazos
serás feliz como ellos.
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Y yo… ¡casi me lo estoy creyendo!
¿será verdad? pienso…
porque los perros, aunque no lo creáis ¡también pensamos!
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Así empezó la historia conocida de Mora, una perra que, injustificadamente, iba a ser sacrificada por su dueño y que fue salvada por mi amiga y su hija. Su vida no había sido fácil, parecía un saco de huesos, apaleada y llena de marcas cuando llegó a nuestras vidas
Con el tiempo y por circunstancias domésticas, hace más de cuatro años Mora llegó a mi casa por unos meses que se fueron alargando hasta hoy.

Fue la madre adoptiva de Yeni, que tenía meses cuando ella llegó y las dos me han hecho disfrutar muchas veces y enfadar otras tantas, pero han sido una gran compañía.
Hoy Mora nos ha dejado, al parecer en sus paseos por ahí, ha comido algo que le ha envenenado la sangre y no lo ha podido superar y yo me siento muy triste y Yeni la busca sin entender su ausencia…
Me queda el consuelo de saber que nunca volvió a ser maltratada y que desde aquel junio de 2009 fue feliz.
Ahora ya descansa en compañía de Zar y Linda y todos esos perritos buenos que nos brindan su amistad desinteresadamente.
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