Mis ojos perdidos en los tuyos,
prendida en la luz de tu mirada
me evadí del mundo en un instante,
tus brazos rodeando mi cintura
hicieron que mil resortes
saltaran en los poros de mi piel.
Tu boca, madura y fresca,
se acercó despacio a la mía,
con el corazón a galope tendido,
esperé…
creí desfallecer cuando me besaste.
Uno y mil besos desde entonces,
una y mil caricias, deseadas,
una y mil miradas, cómplices
y un solo camino, juntos.
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