AQUELLA NIÑA…
13/12/2016 por Estrella RF
A veces siento que he perdido la razón, me descubro mirando por la ventana, observando a hurtadillas un tiempo que ya pasó:

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Aquella niña… Seis años, trenzas rubias, dulce mirada.
Y una mujer que con paciencia espera en el andén del apeadero de la Robla.
La niña camina hacia ella agarrada a la mano de una mujer joven, su madre. No sabe qué pasa pero intuye el dolor. Aún resuenan los gritos y los golpes en sus oìdos a pesar de intentar tapárselos con sus manos.
Las dos mujeres se encuentran y la niña cambia de mano. Mira a su madre sin entender y , aunque ahora no lo sabe, pasarán meses antes de volverla a ver.
Luego, el viaje en tren. En la maleta sus vestidos de niña… en el corazón el aprendizaje duro de la vida. La nostalgia, el dolor de su primera pérdida. Una mano le acaricia el pelo mientras el tren atraviesa los campos de Castilla… es la mano de su abuela que le da serenidad.
Pasan unos meses, la niña llora enloquecida por el dolor. La abuela sufre por ella, el médico del pueblo no sabe qué le pasa. Con la pierna inflamada en un hospital de Asturias recala, un frío y húmedo día de finales de otoño.
Batas blancas, jeringas, cloroformo. Una operación le mantiene postrada en cama. Su madre vuelve del extranjero a dónde escapó huyendo de la miseria y de otras cosas. Desde el día del tren no había vuelto a verla. De nuevo enfrentados, de nuevo gritos. La niña llora, se esconde bajo las sábanas, no quiere oír…
La venganza: el rencor se vuelve contra ella, se queda sin seguro médico y se tiene que ir del hospital. Sigue enferma, curas y más curas con identidad falsa, de repente tiene que suplantar a su prima para poder seguir curándose con la cartilla de ella.
Pero no mejora, le dicen que siempre tendrá su pierna mal. La abuela, aquella gran mujer, indaga, llama a mil puertas, no desespera. Hasta que encuentra quien pueda curar a la niña de las trenzas rubias.
De nuevo el quirófano, las batas blancas. Un hospital de beneficencia de Madrid se hace cargo de la operación. Esta vez, solo la abuela está con ella, su madre no puede venir. Una habitación con dos filas de camas, muchas. Y una sala con televisión. A ella, que viene del pueblo le parece un palacio. Recuerda la serie Rin Tin Tin, que vio por primera vez. Han pasado muchos, muchos años.
Y esta vez sí, después de meses de recuperación la niña parece curada.
La vida sigue en un pueblo de montaña. Naturaleza viva, nieve en invierno, sol en verano. La maestra dice que la niña es buena estudiante, que hay que mandarla fuera. Tiene diez años y, con una beca, comienza su internado en un colegio de monjas, siete años pasará allí…
Cada dos años ve a su madre, quince días, eran tiempos difíciles para los emigrantes, trabajan mucho y hay pocas oportunidades para disfrutar vacaciones. Su padre viene de visita una vez durante esos siete años de internado.
La niña se convierte en adolescente, se enamora, o eso cree. Está cansada de no pertenecer a ninguna parte, Repartida entre su abuela y sus tíos, es de todos pero no es de nadie. No encuentra su sitio, en realidad, ya entonces siente que está sola.
Aparentemente se ha vuelto fuerte, eso creen, porque calla. Y siempre sonríe.
Es muy joven, comienzan sus escarceos amorosos. Hay un chico especial. Su familia se opone frontalmente, aunque, en principio, no lo dan demasiada importancia. Pasados unos meses saldrá del internado y se irá a cientos de kilómetros. Le olvidará, piensan…
Pero él la sigue, y durante un tiempo se ven en secreto. Les descubren, cono siempre ocurre y empiezan las bofetadas, los encierros, las prohibiciones. Pero no hay acicate mayor para una relación que la oposición de los demás. Y eso pasó.
La niña estudia, 17 añitos, buena estudiante, futura aspirante a periodista, ilusionada. No pueden impedirle ir a las clases. Y se ven durante el trayecto, poco tiempo pero intenso…
También eso se lo quieren quitar. Se escapa de casa cuando puede y tiene la guerra montada, cuando vuelve. Pero todo lo hace con gusto. Sueña que alguien la quiere.
Es verano. Su madre, de vacaciones, le amenaza con llevársela a Alemania y comienza el papeleo. Un día de septiembre le dan permiso para ir casa de una amiga, él chico la busca y la convence para irse con el. Sin más equipaje que la ropa que lleva puesta, llegan a la estación y montan en el primer tren que pasa. La suerte está echada.
Ya no volverá a casa, aunque la guardia civil la encuentre. Su madre se rinde, no aparece por España y ella se siente más sola que nunca. En ese momento deja atrás su ingenuidad, sus sueños y en un cajón perdido su matrícula para la antigua Escuela de Periodismo, su ansiado futuro profesional. Se rompió un sueño…
Así se fraguó el primer punto y aparte importante de su vida.
(Estrella)
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Publicado en recuerdos de infancia | Etiquetado ausencia, colegio, enfermedad, infancia, tren | 29 comentarios
Un intenso relato magistralmente contado…
Es una historia que me sé muy bien, Mark. Un abrazo.
Wow impresionante relato de una vida, Estrella. No puedo evitar preguntar si es autobiográfico? Muy interesante y a la vez dura la vida de esta niña de trenzas rubias. Me atrapó de principio a fin. Un abrazo, Estrella.
Sí, es parte de mi historia, es verdad todo lo que está en mi escrito, pero no todo está…
Gracias, Lidia, por el blog hay algún otro post de aquellos años, los dedicados al colegio, a los veranos en el pueblo y otros.
Un besito.
Pues tengo que decir que tu vida es muy interesante y a la vez dura. Daría para un libro y tal y como lo relatas engancha un montón. Otro beso para ti 😊
Daría para un libro, seguramente y además, no sería aburrido… otra cosa es vivirlo. Y esa solo sería la primera parte, jeje…
Un abrazo, Lidia.
Ya imagino!! A mí se me erizó la piel cua do esa niña de trenzas rubis tuvo que soltar la mano de su madre en esa estación de tren y dársela a su abuela. Llorar… es poco!!
Ahora entiendo tu fortaleza. Que la transmites a través de muchas de tus entradas. Y es que la vida nos curte como si fuéramos cuero…
Un abrazo bien fuerte, Estrella!! 😙
Con los ojos cerrados compraría ese libro…
Me estás haciendo releer antiguas entradas… Gracias, Pink, por estar ahí.
Quizá el año que viene, cuando deje de trabajar, sea el momento de plasmar en papel una vida que tiene cierto interés, un legado para mis hijos que desconocen gran parte de mi historia.
Con los ojos cerrados no podrías leer mi hipotético libro, jajaja.
Besos.
Comprar, Estrella, he dicho comprar con los ojos cerrados porque, al segundo siguiente estaría con ellos abiertos de par en par leyendo… tu dedicatoria.
Besiños.
Creo que te estás empachando de mí y eso no es bueno, luego me aborrecerás y cuando escriba el libro, no lo querrás ver ni en pintura…
Me surge la misma duda que a Lidia: ¿Son vivencias y la niña de la foto eres tú? ¿O es ficción surgida a partir de la foto?
Sí, soy la niña de la foto y la historia es mi historia, punto por punto, incluso un poco suavizada. Yo no tengo tu facilidad para hacer historias inventadas ¡ya me gustaría!, así que casi todo lo que escribo es sobre mí, situaciones de mi vida y sobre mis sentimientos.
Un abrazo, Lord.
Pues en ese caso, puedo decir lo que sentí al leerlo: una historia conmovedora de superación y autoafirmación, Estrella. ¡Bravo por ti!
¡Ay, Estrella, amiga! Tu relato me ha emocionado. Desde el comienzo supe que eras tú, pues he leído entradas más antiguas en tu blog.
¡Cuántas vidas diferentes! Como los rostros de las personas. Poseemos las mismas partes, la misma estructura y nadie es igual. ¡Cuánto mundo en cada vida!
Y tu forma de relatar es tan especial; dice tanto, y otro tanto que te guardas, a la vez.
Siento que siempre te preguntarás qué hubiese sido de tu vida, si no te hubieras escapado esa vez. Pero así fue y nada menos que siguiendo los dictados de tu corazón. Y por todo lo que has ido escribiendo antes, percibo que no te equivocaste. Fue y será por siempre el gran amor de tu vida. Sólo que ahora, cuando ya no está, te hace sentir en soledad.
¡Gracias Estrella por compartirnos trozos de tu vida y contados de una manera muy especial!
Todo mi cariño en un gran abrazo.
SariCarmen, es verdad que me pregunto a veces cómo hubiera sido mi vida si hubiera tomado otro camino diferente, pero supongo que eso le pasa a todo el mundo. Pero no me arrepiento, las cosas vinieron así en aquel momento y ya está, quizá fue una decisión sin meditar lo suficiente, debido a las presiones familiares y mi sentimiento de soledad. De eso te das cuenta cuando pasan los años.
Lo que no es totalmente cierto es que fuera el amor de mi vida, lo fue durante años, pero… bueno, esa es otra historia.
Un beso y gracias a ti, eres un encanto.
¡Shuuuu….! ¡Me sorprendes!
¿Mucha más historia aún? ¡Pero, qué va! Te has convertido en una caja de sorpresas…
Un beso.
Sencillamente, Sari, la vida ha sido bastante ingrata conmigo. Por eso escribir se ha vuelto mi válvula de escape…
Gracias, guapa. Un besito.
Sigue usando tu válvula. ¡Me encanta leerte!
Que duermas muy bien.
Besos.
Estrella me encanta leerte y aquella niña, es preciosa. Feliz viernes.
Gracias, Junior, por tus visitas y tus comentarios. No te comento todo lo que quisiera porque tengo poco tiempo, pero te sigo.
Un abrazo y feliz finde.
¡Uf! No hace falta que inventes historias … relatas tus vivencias -más duras supongo que lo reflejado aquí- magistralmente.La forma narrativa elegida y esas imágenes tan potentes impiden levantar la vista hasta el punto final. Escribes muy bien, Estrella y es un gustazo leerte. En cuanto a lo personal, qué voy a decir: la vida pega fuerte, muy fuerte. Un abrazo Estrella.
Siempre he pensado, Yolanda, que no sería nunca una buena escritora, no sé inventar historias, pero la mía me la sé muy bien y mis sentimientos también los conozco muy bien, por eso escribo sobre mi vida y mis sentimientos y sé que así no me equivoco… Por el blog tengo varias entradas dedicadas a mi infancia, como los tres post sobre mis años en el internado y otras andanzas de entonces…
Gracias por estar siempre aquí y, si no volvermos a contactar antes de Navidad, felices fiestas y un abrazo.
Gracias a ti, querida Estrella. Pero es que cuentas las cosas muy bien, en prosa y en verso: no importa qué cuentes, sino lo que provocas en quien lo lee. Te deseo también mucha felicidad en estos días y en todos los que vengan. Un abrazo
Me daré un paseo por tu blog.Quiero leer esas entradas a las que haces referencia.
Es precisamente porque son cosas muy personales que totos podemos sentir en un momento dado, por lo que llegan a quien me lee.
Un abrazo.
Impactante, Estrella! Como impactante e intensa es tu vida. Me gustaría leer más, de hecho, parece que está pidiendo un «continuará».
Un abrazo
Gracias, María, quizá escriba algo sobre lo que vino después…
Un abrazo de feliz año.
Me encanta el relato, que supongo es una parte de la historia de tu vida. Por otro lado, medio enserio, medio en broma, esto te lo coge Almodovar y monta un peliculón de 10 Goyas ☺️. No me canso de repetirte que es un placer leerte y conocerte a través de tus textos. Un abrazo.
Sí, Carlos, es una parte de mi vida.
Las circunstancias no fueron fáciles para mí entonces y en realidad, tampoco lo son ahora. Supongo que lo que nos pasa de niños nos marca para toda la vida.
Gracias por tus palabras, eres muy amable. Me alegro que te gusten mis escritos, yo creo que su simplicidad es lo que gusta.
Un abrazo.