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Archive for 5 de agosto de 2016

perseidas

¿Has visto la estrella?

como un suspiro pasó,

llevándose tras ella

un deseo, una ilusión…

 

Recuerdo que, cuando era niña, contemplaba extasiada las estrellas en aquellas maravillosas noches de verano iluminadas por la luna. Me gustaba contarlas e incluso poner nombre a algunas que me parecía a mí que lucían más brillantes que otras. Cosas de niña.

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A una de ellas le puse Marina, sería por mi deseo de conocer el mar; otra se llamaba Hada, como las hadas de los cuentos, que con su varita mágica lo conseguían todo; otra se llamaba Nieves, ¡qué extraño nombre para una estrella, ¿verdad?! sería porque la nieve estaba muy presente en los largos inviernos de mi pueblo de montaña, no sé… Y así, noche tras noche fui tejiendo un manto con mis estrellas favoritas.
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Mi abuela algunas veces se sentaba conmigo a la puerta de casa y me decía, “cuando veas una estrella fugaz, pide un deseo y se cumplirá”, yo siempre pedía el mismo, tener otra vez unos padres y volver a casa. Pero nunca se cumplió. Mi abuela, aunque me preguntaba entre bromas y veras, nunca supo qué pedía, seguramente si lo hubiera sabido, me hubiera convencido de que hay cosas imposibles de alcanzar, ni aún pidiéndoselo a una estrella fugaz…
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rana
Me gustaba sentarme en aquellas noches tranquilas “a la fresca” y escuchar las conversaciones de la gente del pueblo, cómo había ido el invierno, si la cosecha se presentaba bien, si el ganado producía. Después de pasar todo el curso en el internado, eso era el paraíso. Lo que no me gustaba era andar por la callejuelas oscuras del pueblo después del atardecer, había muchos sapos y me daban repelús, siempre tenía el temor de pisar alguno, ¡eran tan feos!. Y es que en mis cuentos, quienes se convertían en príncipes, al calor de un beso, eran las ranas, no los sapos…
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Todo esto me ha venido a la memoria, porque la otra noche, una noche cálida como hay pocas por aquí, me senté en el escalón de la entrada de mi casa, había cortado el césped y luego había regado y flotaba en el ambiente ese olor especial y entrañable a hierba mojada. La puesta de sol había sido espectacular, aunque he de decir que soy una privilegiada, porque estos atardeceres entre rojos y anaranjados se repiten con bastante frecuencia en esta zona. Pero muchas veces depende del estado de ánimo el saber apreciarlos.


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Contemplé el cielo, el mismo cielo que contemplaba cuando era niña, las sombras de la noche iban cayendo, yo soñaba con mi mente muy lejos. Si yo pudiera…
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Y en ese momento pasó una estrella fugaz, le pedí un deseo, como en aquellas noches claras de mi infancia en el pueblo. En esta ocasión también voy a ser cauta y no se lo voy a decir a nadie, no quiero que me digan que pido un imposible, prefiero mantener la ilusión de que mi deseo se cumpla algún día.

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Después de todo, la vida no es más que un sueño, un sueño un poco más largo que esos que acompañan nuestros días, e igual que éstos, hasta tiene sus buenos momentos y sus pesadillas. Por eso, vivamos, soñemos…
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Que no falten estrellas a nuestras noches
y que, entre ellas, alguna sea fugaz
para pedirle esos deseos
que duermen en el fondo de nuestro corazón,
porque los sueños por cumplir
son los que nos mantienen más vivos…
Por eso seguiré mirando al cielo
en las noches estrelladas
e intentaré seguir la estela de esa estrella,
cuando pase fugaz ante mis ojos,
quizá ella me lleve a conseguir
los sueños que anhelo.

(Estrella)


 

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