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Archive for agosto 2016

PREMIOS

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Lidia en su animado blog Mis historias y otros devaneos, me ha nominado para The Miranda Sings Award, con unas normas que solo voy a cumplir a medias.

Me explico… Mi blog es una manera de evadirme un poco  de la vida diaria, pero no tengo mucho tiempo para él e incluso paso temporadas que ando de puntillas por él. Por eso no suelo corresponder cuando me nominan para estas cosas, pues me supone ya, implicarme más en serio y en realidad me faltan horas en el día para hacerlo.

 Las normas son:

  1. Agradecer a la persona que te nominó 

  2. Escribir 7 cosas que ames de tu persona

  3. Nominar 7 blogs

Agradezco, Lidia, tu nominación y animo a todos mis seguidores a visitar tu estupendo  blog Mis historias y otros devaneos. Es un placer para mí tenerte entre las personas que me leen, gracias mil, guapa.

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¿7 cosas buenas de mí?

No lo sé, ni siquiera sé si voy a decir siete, pero supongo que eso dará igual…sitges 019

soy una mujer ya de vuelta de la vida, luchadora, eso sí,

con capacidad de entrega, eso también, incluso demasiado.  

Soy alegre aunque muchas veces la procesión vaya por dentro.

Me gusta el trato con la gente y creo que conecto bien…

Y me gusta escribir, a pesar de que estuve décadas de mi vida sin hacerlo.

En fin… una mujer de lo más normal.

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Y no voy a nominar a nadie, no porque no haya blogs que lo merezcan, al contrario, me vería en un auténtico problema para elegir, sino porque, fiel a lo que suelo hacer en otras ocasiones, prefiero no implicarme demasiado en estas cosas y luego no poder quedar bien, espero que me disculpes por ello, Lidia.

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Y espero seguir por aquí, compartiendo con vosotros los escritos de mi vida cotidiana y disfrutando con los vuestros.

Un abrazo para todos los que me seguís, sois estupendos…

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Os voy a contar una historia que comenzó hace siete años y que ha terminado hoy con la palabra FIN.

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Era Junio del año 2009…

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Me llamo Mora,

y nací el viernes pasado, aunque tenga dos o tres años.

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No quería entrar, me resistía,

pero no me sirvió de nada.

Había gente, perros, gatos,

y unas señoritas vestidas de blanco.

Yo me eché en el suelo, tenía miedo.

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Mi amo sacó la cartera,

habló en el idioma de los humanos,

pagó unos billetes y se fue,

ni siquiera me miró.

Yo me quedé acurrucada,

no sabía cuando iba a llegar el próximo golpe,

o quizá no llegase,

no sabía que pensar…

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Y allí estaban ellas, madre e hija,

de preciosos ojos, ambas,

¿qué la vais a hacer? preguntaron,

no oí lo que decían, hablaban en voz baja

y me miraban,

yo bajé la cabeza, atemorizada

¿qué va a ser de mí? Pensé,

 como piensan los perros…

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Me pincharon, me dieron unas medicinas,

y ellas me acariciaron y me hablaron,

me dieron ganas de llorar,

nunca nadie me había hablado así,

y me llevaron en un coche que no conocía,

con dos perritos que reían contentos

Me dieron envidia… son felices, pensé.

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Paramos y me bajaron,

me presentaron a otro perro, era Duque.

se parecía a mí, y también parecía feliz,

había tres caballos

y varios gatos, todos parecían contentos.

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Y la mujer guapa, de preciosos ojos azules me dijo:

Esta es tu casa, nosotros tu familia,

no habrá golpes, sí comida…

y todos los días iremos todos de paseo,

tendrás caricias y abrazos

serás feliz como ellos.

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Y yo… ¡casi me lo estoy creyendo!

¿será verdad? pienso…
porque los perros, aunque no lo creáis ¡también pensamos!

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Así empezó la historia conocida de Mora, una perra que, injustificadamente, iba a ser sacrificada por su dueño y que fue salvada por mi amiga y su hija. Su vida no había sido fácil, parecía un saco de huesos, apaleada y llena de marcas cuando llegó a nuestras vidas

 

Con el tiempo y por circunstancias domésticas, hace más de cuatro años Mora llegó a mi casa por unos meses que se fueron alargando hasta hoy.

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Fue la madre adoptiva de Yeni, que tenía meses cuando ella llegó y las dos me han hecho disfrutar muchas veces y enfadar otras tantas, pero han sido una gran compañía.

 

Hoy Mora nos ha dejado, al parecer en sus paseos por ahí, ha comido algo que le ha envenenado la sangre y no lo ha podido superar y yo me siento muy triste y Yeni la busca sin entender su ausencia…

 

Me queda el consuelo de saber que nunca volvió a ser maltratada y que desde aquel junio de 2009 fue feliz.

 

Ahora ya descansa en compañía de Zar y Linda y todos esos perritos buenos que nos brindan su amistad desinteresadamente.

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chopos

el camino flanqueado por los chopos

“Mamá ¿dónde vamos a dormir esta noche?” se oyó una voz ante los restos de lo que había sido su hogar…

Esta mañana, cuando he abierto la ventana y he mirado al frente, he sentido el vacío de la ausencia. La hilera de frailes que me acompañaba día tras día ha desaparecido. Hace un tiempo les dediqué unas letras, muchos lo habréis leído, otros no. Para unos y para otros y para meteros de nuevo en la historia, pinchad aquí.

La cortina de chopos antes de la tala

El pasado martes, cuando llegué a casa el sonido de una motosierra me trajo mal augurio. Me costaba pensar que esos chopos, mi primer contacto visual todas las mañanas, fueran a caer bajo los dientes asesinos de la sierra. Pensé… “estarán cortando alguno de ellos, azotado por alguna plaga”. A media tarde ya se veía un hueco desnudo en la hilera. Lo miré con tristeza, parece mentira el apego que se puede coger al escenario que forma parte de nuestra vida cotidiana.

En mi paseo vespertino con las perras, empezaba a apreciar el cambio, aunque lo peor estaba por llegar. Al día siguiente el hueco desnudo se había ensanchado. Unos cuantos chopos más habían caído bajo la motosierra. Los pájaros revoloteaban entre los restos buscando sus nidos. Ya sólo quedaban unos pocos árboles a ambas orillas del camino. Los miré con pena, ahora ya sabía que les quedaban pocas horas de vida.

Ha empezado la tala

Ha empezado la tala

Y así era, el jueves la hilera de frailes había desaparecido. Y ahora, el paisaje ya no es el mismo, aún queda algún pájaro despistado, pero terminará yéndose. El trino alegre que escuchaba dejará de oírse, ya no vendrán las bandadas emigrantes a descansar antes de seguir camino, ya no se escuchará el ulular del viento en el frío otoño, ni se alfombrará el suelo del amarillo de las hojas caídas…

Dicen, “los chopos no están protegidos” y puede que así sea, son árboles humildes, pero dan sombra, dan cobijo, adornan el paisaje… y hasta un poeta tan grande como Antonio Machado, les nombra en muchos de sus poemas:

¡Chopos del camino blanco, álamos de la ribera,
espuma de la montaña
ante la azul lejanía,
sol del día !
¡Hermosa tierra de España ! (A. Machado)

 

 

 

 

El camino desnudo...

El camino desnudo…

Estoy hablando de árboles humildes y de pájaros. Y mientras veía a éstos últimos revolotear desconcertados buscando su casa, no podía dejar de pensar en todos esos niños que han tenido que salir de sus casas por esta maldita crisis. ¡No importa –deben pensar los políticos y los banqueros- no importa, son gente humilde! Humildes como los chopos, a los que no hay que proteger. ¿A quién importa esa gente? eso deben pensar…

Ellos tienen sus casas, sus sueldazos, sus dietas, sus sobres. Si un niño tiene que salir de su hogar, con su osito de trapo y mientras deja su casa, volver la vista y decir a su madre: “mamá, esta noche dónde vamos a dormir?, no importa, es gente humilde como esa hilera de frailes

Y yo me pregunto, ¿por qué no desahuciar el Parlamento, la Moncloa, la Zarzuela? ¿Por qué no desahuciar ese bar subvencionado del Congreso, esos coches oficiales, esos viajes, esos asesores que no asesoran nada, pero que se forran? ¿Por qué no desahuciar a tantos directivos bancarios, especie protegida por este Gobierno? “No comparemos (piensan ellos) no pretendáis competir la gente humilde con nosotros”. Ya… como los chopos no pueden competir con los cedros.

PUES YA ES HORA DE CAMBIAR

Pero sé que cuando mire ese espacio vacío, pensaré que la vida está hecha de ausencias, es algo inevitable…

» Estos chopos del río, que acompañan
con el sonido de sus hojas secas
el son del agua cuando el viento sopla,
tienen en sus cortezas
grabadas iniciales que son nombres
de enamorados, cifras que son fechas». (A. Machado)

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Niño

Somos una gota en el océano

y nos creemos el centro del universo,

como tal actuamos.

Encerrados en nuestra jaula de cristal

sin ver a los que nos miran,

sin escuchar su voz,

sin acariciar sus cuerpos.

Nos hemos quedado solos,

indefensos ante una realidad que nos desborda,

ya no escuchamos a los pájaros,

ni contemplamos el arco iris.

Ya apenas sonreímos,

somos poco más que autómatas

en un mundo deshumanizado.

(Estrella)

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perseidas

¿Has visto la estrella?

como un suspiro pasó,

llevándose tras ella

un deseo, una ilusión…

 

Recuerdo que, cuando era niña, contemplaba extasiada las estrellas en aquellas maravillosas noches de verano iluminadas por la luna. Me gustaba contarlas e incluso poner nombre a algunas que me parecía a mí que lucían más brillantes que otras. Cosas de niña.

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A una de ellas le puse Marina, sería por mi deseo de conocer el mar; otra se llamaba Hada, como las hadas de los cuentos, que con su varita mágica lo conseguían todo; otra se llamaba Nieves, ¡qué extraño nombre para una estrella, ¿verdad?! sería porque la nieve estaba muy presente en los largos inviernos de mi pueblo de montaña, no sé… Y así, noche tras noche fui tejiendo un manto con mis estrellas favoritas.
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Mi abuela algunas veces se sentaba conmigo a la puerta de casa y me decía, “cuando veas una estrella fugaz, pide un deseo y se cumplirá”, yo siempre pedía el mismo, tener otra vez unos padres y volver a casa. Pero nunca se cumplió. Mi abuela, aunque me preguntaba entre bromas y veras, nunca supo qué pedía, seguramente si lo hubiera sabido, me hubiera convencido de que hay cosas imposibles de alcanzar, ni aún pidiéndoselo a una estrella fugaz…
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rana
Me gustaba sentarme en aquellas noches tranquilas “a la fresca” y escuchar las conversaciones de la gente del pueblo, cómo había ido el invierno, si la cosecha se presentaba bien, si el ganado producía. Después de pasar todo el curso en el internado, eso era el paraíso. Lo que no me gustaba era andar por la callejuelas oscuras del pueblo después del atardecer, había muchos sapos y me daban repelús, siempre tenía el temor de pisar alguno, ¡eran tan feos!. Y es que en mis cuentos, quienes se convertían en príncipes, al calor de un beso, eran las ranas, no los sapos…
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Todo esto me ha venido a la memoria, porque la otra noche, una noche cálida como hay pocas por aquí, me senté en el escalón de la entrada de mi casa, había cortado el césped y luego había regado y flotaba en el ambiente ese olor especial y entrañable a hierba mojada. La puesta de sol había sido espectacular, aunque he de decir que soy una privilegiada, porque estos atardeceres entre rojos y anaranjados se repiten con bastante frecuencia en esta zona. Pero muchas veces depende del estado de ánimo el saber apreciarlos.


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Contemplé el cielo, el mismo cielo que contemplaba cuando era niña, las sombras de la noche iban cayendo, yo soñaba con mi mente muy lejos. Si yo pudiera…
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Y en ese momento pasó una estrella fugaz, le pedí un deseo, como en aquellas noches claras de mi infancia en el pueblo. En esta ocasión también voy a ser cauta y no se lo voy a decir a nadie, no quiero que me digan que pido un imposible, prefiero mantener la ilusión de que mi deseo se cumpla algún día.

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Después de todo, la vida no es más que un sueño, un sueño un poco más largo que esos que acompañan nuestros días, e igual que éstos, hasta tiene sus buenos momentos y sus pesadillas. Por eso, vivamos, soñemos…
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Que no falten estrellas a nuestras noches
y que, entre ellas, alguna sea fugaz
para pedirle esos deseos
que duermen en el fondo de nuestro corazón,
porque los sueños por cumplir
son los que nos mantienen más vivos…
Por eso seguiré mirando al cielo
en las noches estrelladas
e intentaré seguir la estela de esa estrella,
cuando pase fugaz ante mis ojos,
quizá ella me lleve a conseguir
los sueños que anhelo.

(Estrella)


 

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